En 1995, aproximadamente por la misma época que se creaba el grupo I-D y que nuestra situación en la cárcel de Villabona se hacía insostenible, comenzamos a realizar los primeros contactos con muchas instituciones públicas y privadas dedicadas a la intervención social. A todas ellas proponíamos la idea de dedicar esfuerzos a la inserción a través del empleo mediante la creación de empresas para personas con especiales dificultades de acceso al mundo laboral.
De aquellos contactos surgió el proyecto Horizon, con el ayuntamiento de Oviedo, Cáritas y la Asociación Albéniz (especializada esta última en el apoyo a jóvenes en situación de exclusión), que se basaba en una combinación de educación básica, formación técnica en diversos oficios, y orientación laboral y empresarial. Algunas de esas personas pasarían a protagonizar en Gijón un nuevo proyecto, denominado Fénix, con el que pretendían autoemplearse recuperando residuos voluminosos (muebles, electrodomésticos, ropa…); más adelante, Fénix se transformaría en la empresa Riquirraque, que a día de hoy sigue abriendo sus puertas en la Avenida de El Llano. Poco después de organizarse Fénix colaboramos con el proyecto REVOL del Ayuntamiento de Gijón, dedicado a estudios prospectivos sobre el sector de recuperación de voluminosos, lo que nos daba pistas sobre por dónde orientar la actividad de la que comenzaba a ser nuestra empresa. Cerca del final de todo este periodo y junto a otras iniciativas que llegamos a apoyar indirectamente, participamos en la creación de una coordinadora asturiana de empresas de inserción social.
Para todos esos proyectos se consiguieron fondos de diversas instituciones, incluida la Unión Europea, en algunos casos de cuantía considerable, lo que complicó la gestión de nuestra ONG. E ISF Asturias se convirtió en empleadora porque en todos los casos se necesitaba contratar a personal técnico de apoyo cuando se hizo evidente que el voluntariado no era suficiente para manejar diariamente proyectos de aquella envergadura. Esos procesos de contratación laboral, que incluían largos, complejos y conflictivos procesos de selección, generaron acalorados debates internos que dieron lugar a modificaciones de los estatutos de régimen interno para tener en cuenta incompatibilidades y otros aspectos. Más adelante, cuando se hizo evidente que las personas procedentes de situaciones de exclusión eran incapaces de mantener solas su empresa, ISF asumió el papel de empresaria tomando el control de Riquirraque. Ello originó conflictos importantes entre la lógica sin ánimo de lucro de nuestra asociación y la orientación comercial para mantener una empresa en el mercado, por muy de inserción social que fuera. Entre otras muchas decisiones difíciles, tuvimos que tomar repetidamente la de rescindir contratos de personal de apoyo que no cumplía lo esperado. Finalmente, a principios de 2002 la tensión entre nuestra ONG y la empresa de inserción subió hasta el punto de que ISF cedió el control de Riquirraque a la red Emaús.
Acababan así siete años de trabajo intenso, que, aparte de la creación de puestos de trabajo reales en Asturias, facilitaron una experiencia en promoción del emprendimiento asociativo que ya habíamos comenzado a aplicar en el Sur (véase mes de marzo en este mismo blog del 25 aniversario). Y es que habíamos detectado un tipo de tecnología no tan tangible ni convencionalmente asociada al mundo de la ingeniería que, sin embargo, tiene mucho potencial para emancipar a colectivos desfavorecidos, en países ricos y pobres.
Aquí (30MB) encontrarás desde pequeñas noticias en La Fueya sobre la evolución de aquellos proyectos hasta convocatorias de puestos de trabajo, pasando por diversos análisis o debates (voluntariado frente a personal contratado, empresa y ONG…) y finalizando con un texto que intentaba indagar en por qué ISF Asturias hubo de salir abruptamente del proyecto Riquirraque.