CAT: Soluciones de gestión para Centros de Atención a Transeúntes

En 1998, otro estudiante de la Escuela Técnica Superior de Ingenieros Industriales e Ingenieros Informáticos de Gijón y voluntario de la Cocina Económica de Oviedo propuso hacer su proyecto fin de carrera desarrollando una aplicación informática para mejorar la gestión de las entidades que apoyan a las personas sin techo. Su cercanía cotidiana a esa realidad le permitía ver que esas entidades se limitan, en la mayoría de los casos, a resolver con carácter de urgencia necesidades básicas como alimentación, alojamiento o vestido. Pero poco pueden hacer cara a la reinserción social en el largo plazo de las personas a las que ayudan.

Una parte del problema se explica por la escasa coordinación entre los diferentes centros e instituciones, lo que da lugar a que las personas atendidas itineren de unos a otros, de forma cíclica, sin ser objeto de control ni programas de intervención a largo plazo. Entonces, aquel estudiante ofreció a Cáritas el desarrollo de una herramienta informática que atajara ese defecto y se puso en contacto con ISF para buscar quien le tutorizara académica y técnicamente el trabajo. Se trataba de un reto necesariamente multidisciplinar que se materializó en la tutoría de dos profesores procedentes, respectivamente, de los grupos I-D (informática para personas excluidas) y EIS (gestión con fines sociales) a los que hemos dedicado las entradas anteriores de este mes.

Pincha aquí si quieres saber un poco más de todo esto releyendo La Fueya de aquella época.

EIS: promoción de Empresas de Inserción Social

En 1995, aproximadamente por la misma época que se creaba el grupo I-D y que nuestra situación en la cárcel de Villabona se hacía insostenible, comenzamos a realizar los primeros contactos con muchas instituciones públicas y privadas dedicadas a la intervención social. A todas ellas proponíamos la idea de dedicar esfuerzos a la inserción a través del empleo mediante la creación de empresas para personas con especiales dificultades de acceso al mundo laboral.

De aquellos contactos surgió el proyecto Horizon, con el ayuntamiento de Oviedo, Cáritas y la Asociación Albéniz (especializada esta última en el apoyo a jóvenes en situación de exclusión), que se basaba en una combinación de educación básica, formación técnica en diversos oficios, y orientación laboral y empresarial. Algunas de esas personas pasarían a protagonizar en Gijón un nuevo proyecto, denominado Fénix, con el que pretendían autoemplearse recuperando residuos voluminosos (muebles, electrodomésticos, ropa…); más adelante, Fénix se transformaría en la empresa Riquirraque, que a día de hoy sigue abriendo sus puertas en la Avenida de El Llano. Poco después de organizarse Fénix colaboramos con el proyecto REVOL del Ayuntamiento de Gijón, dedicado a estudios prospectivos sobre el sector de recuperación de voluminosos, lo que nos daba pistas sobre por dónde orientar la actividad de la que comenzaba a ser nuestra empresa. Cerca del final de todo este periodo y junto a otras iniciativas que llegamos a apoyar indirectamente, participamos en la creación de una coordinadora asturiana de empresas de inserción social.

Para todos esos proyectos se consiguieron fondos de diversas instituciones, incluida la Unión Europea, en algunos casos de cuantía considerable, lo que complicó la gestión de nuestra ONG. E ISF Asturias se convirtió en empleadora porque en todos los casos se necesitaba contratar a personal técnico de apoyo cuando se hizo evidente que el voluntariado no era suficiente para manejar diariamente proyectos de aquella envergadura. Esos procesos de contratación laboral, que incluían largos, complejos y conflictivos procesos de selección, generaron acalorados debates internos que dieron lugar a modificaciones de los estatutos de régimen interno para tener en cuenta incompatibilidades y otros aspectos. Más adelante, cuando se hizo evidente que las personas procedentes de situaciones de exclusión eran incapaces de mantener solas su empresa, ISF asumió el papel de empresaria tomando el control de Riquirraque. Ello originó conflictos importantes entre la lógica sin ánimo de lucro de nuestra asociación y la orientación comercial para mantener una empresa en el mercado, por muy de inserción social que fuera. Entre otras muchas decisiones difíciles, tuvimos que tomar repetidamente la de rescindir contratos de personal de apoyo que no cumplía lo esperado. Finalmente, a principios de 2002 la tensión entre nuestra ONG y la empresa de inserción subió hasta el punto de que ISF cedió el control de Riquirraque a la red Emaús.

Acababan así siete años de trabajo intenso, que, aparte de la creación de puestos de trabajo reales en Asturias, facilitaron una experiencia en promoción del emprendimiento asociativo que ya habíamos comenzado a aplicar en el Sur (véase mes de marzo en este mismo blog del 25 aniversario). Y es que habíamos detectado un tipo de tecnología no tan tangible ni convencionalmente asociada al mundo de la ingeniería que, sin embargo, tiene mucho potencial para emancipar a colectivos desfavorecidos, en países ricos y pobres.

Aquí (30MB) encontrarás desde pequeñas noticias en La Fueya sobre la evolución de aquellos proyectos hasta convocatorias de puestos de trabajo, pasando por diversos análisis o debates (voluntariado frente a personal contratado, empresa y ONG…) y finalizando con un texto que intentaba indagar en por qué ISF Asturias hubo de salir abruptamente del proyecto Riquirraque.

I-D: Informática para personas con Discapacidad (cuando las paredes son tu cuerpo)

En 1995, un estudiante de lo que entonces se denominaba Escuela Técnica Superior de Ingenieros Industriales e Ingenieros Informáticos de Gijón (actual Escuela Politécnica de Ingeniería) estaba haciendo su prestación social sustitutoria al servicio militar (entonces obligatorio) en un centro especial para personas con parálisis cerebral situado muy cerca del campus universitario. En una de las primeras Jornadas de Proyección Social Universitaria que organizábamos (de las que os contaremos más en octubre) este estudiante intervino para acercarnos a la realidad de gente con severas dificultades físicas para comunicarse verbalmente, por escrito o usando un ordenador. Por ejemplo, muchas de estas personas eran incapaces de accionar un ratón o un teclado. Esos dispositivos no eran, por tanto, tecnologías apropiadas para su realidad (el concepto de tecnología apropiada había sido mayoritariamente desarrollado hasta aquel momento para intervenciones de desarrollo en el Sur), y el mercado ofrecía soluciones alternativas escasas e inadecuadas.

Una reflexión tan simple dio lugar al grupo I-D, que permanecería muchos años desarrollando productos destinados a resolver una parte de esta problemática, mayoritariamente de software pero también algún dispositivo físico mediante colaboración multidisciplinar de varios departamentos de la Escuela. Durante la mayor parte de su existencia, el grupo I-D operó como una línea de proyectos de ISF Asturias.

Pincha aquí si quieres saber un poco más de todo esto a través de noticias y artículos en La Fueya. Verás, entre otras muchas cosas interesantes, el ingenio de aquel grupo de profesorado y alumnado para inventarse siglas comenzando por la general I-D al cambiar irónicamente el signo de las conocidas I+D.

El Tercer Mundo entre paredes: docencia técnica en la cárcel

En 1993, un grupo de personas había comenzado a impartir voluntariamente docencia de apoyo al INBAD (Instituto Nacional de Bachillerato a Distancia) en la penitenciaría asturiana de Villabona. El perfil formativo de esas personas era mayoritariamente “de letras”, por lo que se pusieron en contacto con ISF Asturias para pedirnos que hiciéramos algo que ya hacíamos, o habíamos hecho en el pasado, para sacarnos unas pelas (sí, entonces no eran euros): dar clases particulares de matemáticas, física, química… Y allí empezamos a ir una tarde a la semana. Y encontramos el Tercer Mundo al lado de nuestras casas: montones de gente desfavorecida, mucha de ella procedente del Sur, con escasas perspectivas tanto fuera como dentro de aquellas paredes.

Y, como estábamos comenzando a ver en nuestras experiencias en países del Sur, pronto se hizo evidente que las soluciones técnicas aisladas de otras medidas son siempre insuficientes. Y no quisimos desaprovechar la oportunidad de entrar y salir de la cárcel para implicarnos en la mejora de los derechos de las personas presas; por ejemplo, estuvimos en el proceso de creación de una asociación de familiares de aquellas personas. Ello tuvo dos consecuencias: primero, entramos en conflicto con otros miembros del proyecto que, ante el peligro de perder los pases de entrada en Villabona, insistían en que nos limitáramos a dar clase; segundo, efectivamente, las autoridades de la cárcel nos echaron tras un par de años de actividad allí.

Es el momento de que leas parte de los números de La Fueya de aquella época para saber más detalles.. Igual que en las otras tres líneas de trabajo que irán saliendo en este blog las próximas semanas, hemos recuadrado en rojo los extractos correspondientes a esto.